martes, 30 de julio de 2013

¿Qué dice la Academia Española sobre la hora?

La notación de la hora es uno de los temas que suscitan más dudas a los hispanohablantes, sobre todo en la era de la revolución digital, cuando los grandes centros exportan grafías novedosas que conquistan a muchos por su pretendida modernidad. La Real Academia Española expone en su sitio web las normas para escribir la hora en nuestra lengua. 

Para expresar la hora se utiliza la serie de los números cardinales, de acuerdo con dos modelos diferentes: 

a) Aquel en que se utilizan solo los números del 1 al 12 y se añade, en caso de ser necesario, la indicación del tramo del día en el que se incluye la hora que se expresa: «de la mañana» (desde que sale el sol hasta el mediodía, o desde la medianoche hasta que amanece): A las nueve de la mañana hacía ya un calor insoportable; Me desperté a las tres de la mañana y ya no pude conciliar el sueño; «de la tarde» (desde el mediodía hasta que el sol se pone): Contraerán matrimonio mañana, a la una de la tarde; Falleció en su casa a las seis y cuarto de la tarde; «de la noche» (desde que anochece hasta la medianoche): No llegaron hasta pasadas las once de la noche; La puerta se cierra a las doce en punto de la noche; «de la madrugada» (desde la medianoche hasta que amanece): A las tres de la madrugada el frío era insoportable; Una llamada telefónica lo despertó a las cuatro y media de la madrugada. No es correcta la expresión *doce de la tarde, usada en lugar de doce de la mañana, del día o del mediodía. Para indicar las principales fracciones horarias se utilizan las expresiones en punto, y cuarto, y media y menos cuarto; en algunos países americanos como Chile, Venezuela, Perú, México y Ecuador, en lugar de menos cuarto se emplea la fórmula un o al [Méx.] cuarto para...: «Empiezo muy temprano, un cuarto para las siete» (Época [Chile] 11.7.97); «Era un cuarto para las diez» (Vargas Llosa Conversación [Perú 1969]); «El sol sale a un cuarto para las seis» (Morón Gallo [Ven. 1986]); «Al cuarto para la una cierra el templo» (Elizondo Setenta [Méx. 1987]). El modelo de doce horas es el más utilizado cuando la hora se escribe con letras, y el más común en textos literarios y periodísticos. No obstante, este sistema también puede utilizarse si se opta por escribir la hora con cifras; pero, en ese caso, para evitar ambigüedades, deben emplearse, tras los números, las abreviaturas a. m. (del lat. ante merídiem ‘antes del mediodía’) y p. m. (del lat. post merídiem ‘después del mediodía’): 5.30 a. m. (‘cinco de la mañana o de la madrugada’) y 5.30 p. m. (‘cinco de la tarde’). Para las doce de la mañana se recomienda el empleo de la abreviatura m. (del lat. meridies ‘mediodía’): «Estudiantes con carné, gratis antes de las 12 m.» (Tiempo [Col.] 28.4.97). 

b) Aquel en que se utilizan los números del 0 (para las doce de la noche) al 23, que presenta la ventaja de no requerir precisiones adicionales, ya que cada hora del día le corresponde un número diferente. Este modelo se expresa con preferencia en cifras, en lugar de letras, y se usa especialmente en contextos en que se requiere la máxima precisión con el mínimo de elementos: El autobús saldrá a las 15.30 h de la plaza de España. Aunque es menos común su empleo cuando la hora se escribe con letras, no faltan ejemplos de ello en contextos particulares, como demuestran los ejemplos siguientes: «Ingresó el 10 de octubre de 1930, a las diecinueve horas» (Baroja Vuelta [Esp. 1944-49]); «El sol se había puesto a las diecisiete y, a pesar de las nubes, pude bajar un par de astros» (Fogwill Cantos [Arg. 1998]); «[La campaña] comenzará oficialmente a las cero horas del viernes» (Vanguardia [Esp.] 2.11.95).

3. Como ya hemos visto, la expresión de las horas puede hacerse mediante letras o mediante números, y ello depende, básicamente, del tipo de texto de que se trate:

a) En textos literarios y periodísticos, así como en cualquier otro tipo de texto en que la precisión horaria no es un factor de especial relevancia, la hora se escribe preferentemente con letras: Su padre lo llamó a las diez de la noche para recordarle que debía acompañarlo al médico al día siguiente.

b) En horarios, convocatorias, actas, informes técnicos o científicos y cualquier otro tipo de texto en que la precisión en la indicación de la hora es un factor relevante, se utilizan preferentemente las cifras: La cena se servirá a las 22.30 en el comedor principal. Se ruega puntualidad.

No es recomendable mezclar el uso de letras y cifras; así, es preferible escribir las diez de la noche que las 10 de la noche.

En el uso de letras o cifras también influye el hecho de que se trate de horas exactas o aproximadas. En la expresión aproximada de las horas no suelen utilizarse cifras, sino letras, y se emplean fórmulas como alrededor de, hacia, y pico), pasadas, etc.: «La orquesta debía comenzar a las ocho y eran las diez pasadas» (Vargas Llosa Casa [Perú 1966]); «Hacia las ocho de la tarde dieron por acabada la audiencia» (GaPavón Reinado [Esp. 1968]); «Aparecía por la clínica diariamente, alrededor de las cinco de la tarde» (Marsé Tardes [Esp. 1966]); «Serían las dos y pico de la tarde» (Chávez Batallador [Méx. 1986]). Cuando se expresan horas exactas, puede optarse por utilizar letras o números, teniendo en cuenta las preferencias señaladas anteriormente en función del tipo de texto.

4. Cuando se utilizan cifras en la expresión de la hora, hay que tener en cuenta lo siguiente:

a) Para separar las horas de los minutos, puede optarse por el uso del punto o de los dos puntos: 17.30 o 17:30.

b) Opcionalmente, puede emplearse tras las cifras el símbolo h (‘hora’), que, como todos los símbolos, debe escribirse sin punto (salvo, naturalmente, que se trate del punto que marca el final del enunciado): 17.30 h o 17:30 h. También es posible desglosar la mención de horas y minutos, e incluso segundos, utilizando para ello los símbolos correspondientes: La bomba se lanzó a las 15 h 24 min 12 s en un remoto paraje de Siberia. Este desglose es más común cuando se quiere expresar no tanto el momento en que ocurre un hecho, como su duración, especialmente en contextos científicos, deportivos y cualesquiera otros en que la precisión es esencial: El período de rotación de Marte es de 24 h 37 min 23 s; El primer clasificado hizo un tiempo de 13 h 35 min 14 s; El tiempo de cocción es de 2 h 40 min.

c) Las horas en punto se expresan mediante dos ceros en el lugar que corresponde a los minutos: 22.00 o 22:00. Pueden omitirse los dos ceros si tras la indicación de la hora se escribe el símbolo h. El acto comenzará a las 22 h.

d) Cuando se utilicen las abreviaturas a. m., m. y p. m., no debe usarse, además, el símbolo h, por ser evidente que se trata de una referencia horaria. Lo correcto es escribir 17.30 h, 5.30 p. m. (o 17:30 h, 5:30 p. m.).

lunes, 29 de julio de 2013

La marca del Zorro: españolismos en una traducción de Paul Auster



Leandro Wolfson*
Conocí a Paul Auster hace muchos años al leer en inglés su primera obra importante, The New York Trilogy. Me impresionó, pero no volví a leer nada de él hasta que una alumna, aficionada fanática a este autor, me insistió para que lo hiciera y me prestó sucesivamente algunos de sus libros posteriores: The Book of Illusions, The Oracle Night, Leviathan, Timbuktu, The Glass Palace. Se convirtió para mí también en un autor predilecto por la tersura excepcional de su inglés, el arte con que sabe atrapar al lector desde las primeras líneas, la verosimilitud de sus historias en muchos casos extrañas o infrecuentes, su gran conocimiento de la naturaleza humana –y en particular de las relaciones amorosas–, sus planteos filosóficos a veces inquietantes sobre la identidad humana.
Este verano me llevé a mis vacaciones una de las tres novellas
que componen la Trilogía de Nueva York (la tercera, "La habitación cerrada"), que encontré por azar en versión castellana en la biblioteca de mi barrio. Era una edición pequeña publicada por la Editorial Anagrama en 2009. No es lo mejor que ha escrito Auster –en especial, creo que no le supo dar un final adecuado–, pero igualmente es una obra importante y disfrutable.
Comprobé que la traducción, hecha por Maribel De Juan en 1997, diez años después de la publicación de la Trilogy en inglés, era excelente. Es cierto que no la comparé con el original, que no tenía conmigo; por
lo tanto, fue una evaluación a medias, o manca, o coja, porque ninguna traducción puede evaluarse como corresponde sin cotejarla con su fuente. Pero es el primer test al que a menudo sometemos las traducciones, y si no lo pasan, el otro ya queda descartado. En esta ocasión, mi propósito era gozar de la lectura, no trabajar comparando traducciones con originales, como lo hago todo el año. Y por cierto que gocé, casi sin detenerme ante esos escollos que en otros casos suelen presentar las traducciones y que muchas veces nos disuaden de continuar leyendo.
Pero digo "casi sin detenerme" porque, aquí y allí, había marcas indudables del dialecto peninsular de la traductora; y mi costumbre o deformación profesional de señalar estas cosas en los textos de mis alumnos pudo más que el ocio de veraneante y, simplemente, circulé algunos términos y frases que se fueron presentando.
Lo que sigue es, pues, una recopilación de esas señales. Muy notorias, a mi juicio, pero que, repito, no alcanzaron a empañar el placer que me produjo esta relectura de una célebre novela corta moderna.1
os, vuestro
"Nunca intentaré reclamar el dinero,os lo doy gustosamente a ti y a Sophie" (pág. 51).
"–No tiene por qué ser una biografía convencional, podrías hacer algo mucho más interesante.
–¿Como qué?
–No sé, algo más personal… La historia de vuestra amistad" (pág. 62).
Si estamos ante un texto moderno, creo que estas señales ya nos anticipan inequívocamente que el escritor o traductor es peninsular. En efecto, el uso del pronombre "vosotros/as" y su forma para el objeto directo o indirecto, "os", ha quedado limitado modernamente a España; ni siquiera a España en su totalidad, ya que, como afirma Manuel Seco, "en parte de Andalucía, en [las islas] Canarias y en América, vosotros no se usa en la lengua hablada, suplantado por ustedes. La desaparición de vosotros lleva consigo, en esas tierras, la de su forma átona os, así como la del posesivo vuestro"2. Y García Negroni y sus colaboradoras confirman que "la forma ustedes [...] válida tanto para el tratamiento familiar como para el de respeto [...] ha reemplazado avosotros/vosotras en Hispanoamérica"3.
le, les
"Fanshawe había desaparecido, y habían pasado seis meses desde la última vez que le vio" (pág. 5).
"Sophie se abrió la blusa y leamamantó, primero con un pecho y después con el otro" (pág. 10)
"La gente que vivía [allí] no se opondría (no quería que lesmolestaran)…" (pág. 66)
"… desterró a un soldado a una isla desierta [...] donde le abandonó para que muriese de hambre" (pág. 67)
"Le mataron y con voraz avidez se repartieron su carne" (pág. 68)
"Cuando la carta me llegó, él ya estaba en algún lugar de Texas. No volví a verle hasta cinco años después" (pág. 82).
Todos estos ejemplos nos muestran la aceptación que tiene el uso de los pronombres le y les en gran parte de la clase culta peninsular, no para reemplazar al objeto o complemento indirecto (en cuyo caso es lo que indica la regla), sino para eldirecto. Y esto a pesar de que en muchísimos países hispanohablantes el uso es distinto. Recurriendo nuevamente a las dos autoridades antes mencionadas, Seco menciona un recuento estadístico del uso de estas formas (por oposición ala, lo, las, los) entre escritores españoles contemporáneos, y observa que "las cifras de empleo máximo de le/les se encuentran en autores castellanos [...] , mientras que el empleo máximo delo/la aparece en autores andaluces o de otros territorios no leístas", y recuerda la sugerencia de la anterior gramática académica:4 "sería de desear que esta forma se reservara para el complemento indirecto, y para el directo se dijera siempre lo/la, ya se trate de cosa o de persona"5. No obstante, esta recomendación no prosperó. García Negroni et al. subrayan que el leísmo es considerado correcto referido a "personas masculinas y sólo en singular"6, opinión discordante con la anterior de la Academia.
El Diccionario panhispánico de dudas (DPD) dedicó un largo artículo al "leísmo", sus orígenes y su uso actual. Confirma que "en líneas muy generales, suelen distinguirse dos zonas: una leísta, que abarca el área central y noroccidental de Castilla [...], y otra no leísta, que abarca la mayor parte del mundo hispánico"7, y a continuación analiza algunas excepciones, sin pronunciarse sobre la corrección de los distintos usos. Finalmente, laNueva gramática de la lengua española diferencia el "leísmo de tipo A" (para sustantivos masculinos que designan personas), el "de tipo B" (para sustantivos femeninos que designan personas) y el "de tipo C" (para designar cosas), y afirma: "El leísmo del tipo A se ha extendido en España a la lengua culta. Se lo documenta en gran número de escritores prestigiosos contemporáneos, por lo que no se lo considera incorrecto. Su distribución geográfica es, sin embargo, irregular". Señala, asimismo, que "no está totalmente ausente en los textos americanos" y que "es frecuente en la lengua oral y también se documenta, con frecuencia menor, en la escrita, aunque no se recomienda8. Los leísmos de tipo B y C se juzgan incorrectos a ambos lados del Atlántico9.
Resumiendo: el leísmo referido a personas –como en todos los ejemplos del texto de Paul Auster que hemos dado– es considerado válido en España, pese a que no es compartido por el resto del mundo hispanohablante; no se lo juzga válido cuando se refiere a cosas. En ambos casos, es una marca peculiar de la zona central de España, la sierra ecuatoriana, Paraguay, la provincia argentina de Corrientes y, en algunos casos, México10.
fallo
"La idea de que Sophie pudiera desear que él volviese era demasiado para mí, y yo no tenía el valor de arriesgarme a descubrirlo. Quizá ése fue mi mayor fallo" (pág. 53).
Como corrobora el diccionario de María Moliner (en adelante, MM),11 la palabra "falla" en el sentido de "defecto" o "falta", es hispanoamericana; en España lo corriente es "fallo". Esto último significa, en América, "Sentencia de un juez o de un tribunal". El Oxford Spanish Dictionary, bilingüe, lo confirma al dar para "fallo", en este sentido, el término inglés mistake y declararlo "Sp" (indicador regional de Spain, España).
Por su parte, en su Diccionario argentino-español para españoles,12 Alberto J. Miyara dice: "En el diario El País se leía hace poco: ‘Un fallo energético provoca cuantiosas pérdidas en Sevilla’. No se sabía si se trataba de un desperfecto del sistema de distribución de energía o de una sentencia de un juez que perjudicaba el consumo de corriente eléctrica de los andaluces. En cambio, en Argentina distinguimos entre falla (avería) y fallo(veredicto)".
costes
"… con la enfermedad de Ellen, los enormes costes médicos, etc., etc." (pág. 82).
Diferencia clásica: en España la palabra prevaleciente es "coste" para lo que en Latinoamérica casi siempre se llama "costo" –cualquier tipo de gasto que se hace para obtener o crear un bien o servicio–. El Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) indica que, de los 3.087 casos en que se presenta la palabra "costes"13en los documentos existentes en la base, corresponden a España 3.008 (97,5%) y el pequeño porcentaje remanente se distribuye entre varios países latinoamericanos.
El "Vademécum" de dudas de la Fundéu14 lo corrobora, así como Alejandro Placer.15
Podríamos preguntarnos por qué, ante una evidencia estadística tan contundente, el DRAE no caracteriza a este término, y a algunos otros de los que aquí tratamos, como españolismos. En un artículo anterior,16 mostré que en una lista de cien términos del lenguaje cotidiano había 33 españolismos exclusivos de la Península y 9 compartidos por España tan solo con uno o dos países, pese a lo cual de estas 42 palabras el DRAE registraba únicamente una como españolismo. Esta curiosa anomalía ¿ha sido suficientemente destacada por los lexicógrafos? Parecería que España (o sus académicos de la lengua) quisiera presentarnos su dialecto peninsular como lengua general.17
remite
"Más o menos cada mes llegaba una carta o una postal para Ellen, pero nunca llevaba remite" (pág. 82).
Según el DRAE y el MM, el término es correcto. No obstante, la nota que consigna quién es el remitente de una carta o envío se llama también, al menos en la Argentina, remitente, como confirma Alejandro Placer.18 El CREA presenta 31 casos de "el remite" y de ellos, 30 (96,8%) son de España y uno de México. En cambio, "el remitente" es más común (52 casos) y aparece en un 46,2% en documentos españoles y el resto en América Latina.
la linde
"Nadie puede cruzar la linde que le separa de otro, por la sencilla razón de que nadie puede tener acceso a sí mismo" (pág. 63).
Este estremecedor concepto de Auster, que nos sacude internamente y revoluciona todo cuanto solemos creer de la identidad humana y de la comunicación, porta también una marca peninsular.
En su acepción de "Límite entre campos, fincas, casas, etc." parece ser palabra de género ambiguo, como lo establece el DPD, aunque los dos ejemplos que da son de españoles. El MM señala que es más frecuentemente femenina... pero María Moliner era también española.
Placer adjudica a este término el género masculino en la Argentina y el femenino en España.19 El CREA nos da para "la linde" 56 casos, de los cuales el 92,8% corresponden a España.
follar
"Follar conmigo sería como follarcomo Fanshawe –como follar con su propio hijo–..." (pág. 85)
"... por primera vez en mi vida, no encontré ninguna ternura dentro de mí. Estaba follando por odio..." (pág. 85)
Aquí ingresamos en otro ámbito: el de ciertos términos vinculados con el sexo y otros de carácter vulgar, que es el territorio donde más a menudo divergen los dialectos regionales.
El DRAE recoge, en la cuarta acepción de "follar", esta definición: "Practicar el coito", y le reconoce carácter vulgar, pero no dice que sea un españolismo. Lo mismo sucede con el MM. No obstante, de los 170 casos existentes en el CREA, el 93,5% son de España.
lavabo
"En la terminal de Port Authority entré en el lavabo de hombres..." (pág. 86)
Como señala el MM, en varios países latinoamericanos (sobre todo del Cono Sur) la palabra "lavabo" es reemplazada más habitualmente por "lavatorio" o "pileta" cuando designa el utensilio destinado a lavarse, pero es menos corriente para designar el "cuarto de baño" (o directamente el "baño"). Dicho diccionario adjudica este último uso a la Argentina, Uruguay, Bolivia y Costa Rica, pero doy fe de que en los dos primeros países no es empleada así: no vamos al "lavabo", vamos al "baño". El DRAE admite el carácter regional de "lavatorio" en el primer sentido, pero no admite que en el segundo sentido es un regionalismo español.
coger
"En la terminal de Port Authority entré en el lavabo de hombres y me lavé las manos y la cara. Luego cogíel metro..." (pág. 86)
Como contrapartida de lo dicho para "follar", señalemos que entre las numerosas acepciones de "coger" en castellano, hay una sola que diferencia al instante el habla de un hispanoamericano del habla peninsular, y es la de "practicar el coito" o, como explica biológicamente el DRAE: "Dicho del macho de algunas especies, cubrir a la hembra". Sin embargo, el DRAE no dice (como sí lo hace el MM, en la acepción 21 de "coger") que esta variante predomina en América Latina. Ello hace que, en general, algunos hispanoamericanos se cuiden de usar en muchos contextos el verbo "coger" en sus otras acepciones, so pena de ser malentendidos.
gilipollez
"Tenía unos tatuajes en los nudillos, una letra en cada dedo, A-M-O-R en la mano derecha y O-D-I-O en la izquierda. Cuando uno veía esa clase de gilipollez, lo único que quería era mantenerse alejado".
Para "gilipollas", el DRAE remite a "gilí: tonto, lelo", y a ninguna de las dos las marca como lo que son: españolismos a muerte, inusuales en cualquier otro país hispanohablante. Entonces, "gilipollez" sería, entre nosotros, "boludez, pelotudez, cojudez, pendejada, necedad" –más las cuatro primeras que la elegante y culta quinta–.

Resumiendo: no me fue necesario saber la nacionalidad de la muy buena traductora de esta obra de Paul Auster para tener la total certeza de que era española y, probablemente, desconozca que algunos de los términos que empleó a lo largo de ella no son en absoluto "neutros" sino que muestran, con claridad meridiana, en qué país hispánico se formó y quiénes son sus lectores más probables.

viernes, 26 de julio de 2013

Diccionarios útiles en inglés o español

Para terminar la semana les dejo una lista de diccionarios de todo tipo para que los guarden en una lista propia o en favoritos. Son muy útiles y completos todos. 
¡Buen fin de semana!


III ENCUENTRO ARGENTINO DE INFORMÁTICA APLICADA A LA TRADUCCIÓN (2013)

¡Buen viernes para todos! Les dejo información sobre un encuentro que se realizará en septiembre para los que estén interesados. Yo pregunté si para concurrir se debía tener algún conocimiento previo ya o haber concurrido a los encuentros anteriores y muy amablemente me respondieron argumentando que quizás, aprovecharía mas la charla si tuviera ya tuviera algún conocimiento sobre el tema pero que no había ninguna condición formal.

SEPTIEMBRE 2013
III ENCUENTRO ARGENTINO DE INFORMÁTICA APLICADA A LA TRADUCCIÓN (2013)
Sábado 28 de septiembre
Rosario, Argentina

Actividad organizada por la Comisión de Recursos Tecnológicos del Colegio de Traductores Públicos

 de la Ciudad de Buenos Aires y el Colegio de Traductores de la Provincia de Santa Fe (2.ª circ.),
 en el marco de los festejos por el Día Internacional del Traductor.
INVITADO ESPECIAL: Jost Zetzsche
ORADOR DESTACADO: Federico Wiemeyer 
ORADORES: Lía Díaz Matías Desalvo Alexis Jelín Javier Gómez Pamela Gulijczuk Damián Santilli 
TEMAS: 
—Aplicaciones móviles para traductores 
—Localización de videojuegos 
—Herramientas informáticas 
—Traducción automática 
—Localización 
—Productividad 
—Nuevas tecnologías 
Cóctel de clausura por el Día Internacional del Traductor. Luego del III Encuentro,
se realizará, en el salón comedor
de la Federación, a las 19.00, un brindis de cierre de actividades y festejo en conmemoración 
del Día Internacional del Traductor. 
Quienes adquieran la tarjeta del brindis participarán en el sorteo de una licencia de
 SDL Trados Studio 2011,
 gentileza de Transeconomy. 
Lugar: salón Manuel Belgrano de la Federación Gremial de Comercio e Industria (Córdoba 1868,
 Rosario, Argentina).  
Fecha y horario: sábado 28 de septiembre, de 9.30 a 18.30. 
Aranceles: 
—Estudiante: $150. 
—Matriculados en Colegios miembros de la FAT: $220. 
—No matriculado: $270. 
Inscripción presencial: sede del CTPSF 2.ª circ., Córdoba 1868, piso 2, oficina 207 (Rosario). 
Informes: cursos3@traductores.org.ar y colegio@traductoresrosario.org.ar.

Fecha de Inicio: 28/09/2013 
Cierre de Inscripción: 24/09/2013 
Horario: 9.30 a 18.30

jueves, 25 de julio de 2013

¿Lo mío es la traducción?

Creo que todos los que estudiamos Traductorado de Inglés en algún momento nos preguntamos eso y a veces, nos cuesta mucho encontrar la respuesta correcta.
¿Cómo sabemos si realmente tenemos las habilidades para ser un buen traductor? 
Muchas veces a lo largo de la carrera, cuando nos enfrentamos a traducciones complejas y no sabemos a dónde recurrir, nuestro ánimo se viene a pique y nos planteamos si verdaderamente esta es la carrera apropiada para nosotros. 
Más de una vez me ha pasado tener que hacer una traducción para la facultad y sentirme perdida además de triste por estar "estancada" en un fragmento por más tiempo del que pretendía. Lo primero que se me vino a la cabeza en esas situaciones fue: ¿qué hago haciendo esto? ¿cómo voy a pretender trabajar como traductora si estoy tan "lerda"? Pero es en ese segundo de estrés, en donde recuerdo que estoy estudiando esto porque realmente me apasiona, porque creo que tengo mucho para dar, y que ante todo, estoy acá porque YO lo elegí. Elegí dedicarme a esta carrera, elegí afrontar los desafíos que me propone cada materia, cada traducción y elegí ser "un puente entre culturas" aunque la frase esté muy trillada. 
Lo más importante a lo largo de este trayecto es no perder la VOLUNTAD y la CONFIANZA en uno mismo. Confiar en uno no solo es necesario para estudiar Traductorado, sino que también es una ley general de la vida. Quererse uno y saber apreciar nuestras virtudes (así como reconocer nuestros defectos) es la base de todo proyecto. 
Tenemos que tener bien en claro por qué estamos estudiando esto, qué caminos recorrimos para llegar a donde estamos hoy y por qué creemos que seríamos unos traductores extraordinarios. 
Ponernos pesimistas, pensar que esto NO es lo nuestro, o que jamás vamos a poder vivir de la traducción, no nos conduce a NADA, salvo a lastimar nuestra autoestima y entrar en in círculo de negatividad del cual es muy difícil salir después. 
Tener ganas de progresar, de aprender SIEMPRE, de superarnos, debería ser nuestro lema de vida. 
Hay infinidad de cosas que uno puede hacer para ir adquiriendo práctica y agilizar el ritmo de traducción, que quizás hoy, siendo estudiantes, no nos demos cuenta de lo IMPORTANTE que es ponernos un tiempo y una cantidad de palabras a traducir por día. Probarnos ahora, que tenemos la posibilidad de hacerlo sin perjudicar a un futuro cliente es una buena idea para saber dónde estamos parados. Entre algunas opciones que se me ocurren está, por ejemplo, elegir un texto de alguna de las tantas páginas en inglés que hay que nos guste, traducirlo, tomar el tiempo que nos lleva realizar la traducción, o ofrecernos como traductores voluntarios en alguna ONG que despierte nuestro interés. Yo por mi parte estoy probando la última opción y creo que va a ser una experiencia muy gratificante. Les iré contando a medida que pase el tiempo. 


Sobre las palabras que no existen

  Ricardo Soca

Con frecuencia se oye decir que tal vocablo «no existe», con base en el argumento de que «no está en ningún diccionario», como si las palabras brotasen de los diccionarios así como las flores y los frutos brotan de los árboles.

Imaginemos que un día hallamos un animal cuya descripción no está en ningún libro de zoología y que luego, consultando a un especialista, nos enteramos de que no está descrita en ninguna parte. ¿Diremos entonces « ese animal no existe»;? Ahora supongamos que salimos de excursión por paisajes desconocidos con un mapa que nos sirve de guía. De pronto nos deparamos con un río que no está en el mapa. ¿Diremos que ese río no existe?

Creo que todo el mundo estará de acuerdo en que hay algo que falta en el libro de zoología y que hay algo que falta en el mapa turístico. Sin embargo, con las palabras no ocurre así; cuando alguien emplea una palabra que no está en el diccionario, la gente piensa que lo que está mal es la palabra y no el diccionario. ¿Por qué ocurre eso?

Porque muy tempranamente, ya en la escuela, nos infundieron hasta hacernos calar muy hondo la idea de que todas las palabras del idioma están en el diccionario.

Esa noción es falsa. Es imposible que todas las palabras estén en el diccionario, en primer lugar, porque ningún lexicógrafo se propone tal cosa. Un diccionario es una selección de las palabras del idioma, tamizada por la ideología del autor y las costumbres de la sociedad en que vive. Por otra parte, nuevas palabras surgen constantemente y a veces mueren en poco tiempo, de modo que no podrían tener cabida en los diccionarios.

A esta altura el lector podrá preguntarse qué hace falta para que un vocablo «exista». Si admitimos que una lengua es un conjunto de significantes organizados sintácticamente para que dos o más personas puedan comunicarse, debemos concluir que una palabraexiste cuando dos individuos se entienden con ella, es decir, cuando hay uno que la pronuncia y otro que la entiende. Así como los accidentes geográficos no dependen de los mapas para existir, las palabras no dependen de los diccionarios, que son recopilaciones necesariamente incompletas.

Sin embargo, muchas palabras están un poco escondidas en el diccionario. Veamos el caso de incuestionablemente, por ejemplo; si la buscamos en el diccionario no la encontraremos allí, y tal vez alguien deje de usarla por esa razón. Sin embargo, el diccionario incluye incuestionable bajo la letra "i" y el sufijo -mente bajo la letra "m", de modo que los puristas dirán que se trata de una palabra "bien formada".

Entonces ¿podemos afirmar que «existe» cualquier palabra que se pueda formar con los prefijos y sufijos que están en el diccionario? Contestar esta pregunta afirmativamente supondría aceptar que hay palabras que nacen en los diccionarios, de modo que la respuesta es no. Como se dijo antes, la regla de oro que determina la existencia de una palabra es que haya un hablante que la use y un interlocutor que la entienda. Interpabilosamente sería una palabra formada por el prefijo inter-, el adjetivo pabilosa y el sufijo -mente, pero parece poco probable que alguien la haya usado alguna vez. 

miércoles, 24 de julio de 2013

Les comparto esta nota sacada de la página: http://www.elcastellano.org . Creo que es realmente interesante y plantea muchas cuestiones que más de una vez hemos pensado sobre el DRAE. Muchas veces a lo largo de la carrera recurrimos a este diccionario y nos damos cuenta que no nos da la respuesta que esperábamos ya que se encuentra quizás un "poquito" desactualizado.  Muchos pensarán que lo que plantea este artículo es difícil de lograr pero mantengamos la esperanza... ¿quién sabe no? Tal vez la RAE contemple otro tipo de cuestiones y decida modificar su diccionario y beneficiarnos un poco más a todos.

La terminología especializada y el DRAE



Leandro Wolfson *

En toda disciplina científica, y en particular en las ciencias humanas y sociales, gran parte del avance de las ideas depende de la comunicación a través del lenguaje. Autores, editores, profesores, estudiantes, traductores, correctores, manejan, además de la lengua general, la que corresponde a su campo de especialidad, que va en aumento permanente en la medida en que la disciplina sigue vigente en el medio social.
El consenso acerca de la definición de los términos básicos de una disciplina es el punto de partida de todos los debates que en ella se lleven a cabo. En tal sentido, la existencia de una academia centralizadora parecería constituir una ventaja. No son muchos los países que tienen academias de la lengua, y menos aún las lenguas que se rigen, en sus criterios de corrección y en su evolución, por las normas que emanan de ellas. ¿Es bueno o es malo tener una academia rectora, con autoridad para imponer sus puntos de vista? Las polémicas en este sentido han sido cuantiosas.
En el mundo hispanohablante, hay una entidad tradicional que se ha hecho sentir a lo largo de casi tres siglos: la Real Academia Española (RAE). Creada en 1713, a partir de 1951 confluyó, junto con las veintiuna Academias correspondientes de los países donde el español (o el castellano, prefiero decir)1 es una lengua predominante, en la Asociación de Academias de la Lengua Española. El célebre diccionario de la RAE, o DRAE, cambió de nombre desde 1925, y hoy se llama Diccionario de la lengua española (Dile),2 aunque la sigla tradicional, DRAE, sigue siendo más utilizada. Su primera edición vio la estampa en 1780, y la más reciente fue la 22a, de 2001. Desde hace varios años puede consultársela en Internet (http://buscon.rae.es/draeI), donde se incorporan cada tanto las enmiendas y adiciones que darán lugar a la 23a edición, cuya publicación está prevista para 2014.
Ahora bien: como todo diccionario, el de la RAE es selectivo, y es un diccionario "general", no especializado. En la 22a edición leemos:
El Diccionario da cabida a aquellas voces y acepciones procedentes de los distintos campos del saber [...] cuyo empleo actual ha desbordado su ámbito de origen y se ha extendido al uso, frecuente u ocasional, de la lengua común y culta.3
Por definición, entonces, está lejos de incluir todos los términos que emplea el especialista y no se ha intentado mantenerlo actualizado frente al torrente de nuevas voces que surgen día tras día en la ciencia y la técnica. En lo relativo a las ciencias humanas, y más específicamente a la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis, el DRAE sólo recoge los términos que han pasado a ser utilizados por los hablantes en general, en toda clase de contextos. No obstante, como luego veremos, su inclusión u omisión de los términos de estas materias ha sido poco congruente.Para la inclusión de un término de origen científico en el diccionario general, el procedimiento consiste en consultar a las academias nacionales a fin de establecer qué vigencia real, y qué sentido, tiene un vocablo determinado dentro del ámbito lingüístico de ese país.
Un término que dio lugar a consultas fue "freudiano". Al respecto, la Academia Argentina de Letras se expidió largamente en un "acuerdo" publicado en 1984. Tras señalar que este adjetivo ya había sido empleado por Ortega y Gasset en su artículo "Psicoanálisis, ciencia problemática", de 1911, y que figuraba en la mayoría de los diccionarios generales importantes, así como en muchos dedicados a la medicina, argumentaba:
... el auge que en las últimas décadas ha tomado el psicoanálisis [...] ha planteado la necesidad de un calificativo que distinga las teorías y procedimientos propios de la escuela de Freud de sus desarrollos posteriores.4
Lo cierto es que no todos los términos especializados que se ha sugerido incluir en elDRAE tuvieron la suerte de contar con una evaluación tan razonable. Muchos de esos términos fueron desechados, otros fueron incluidos con definiciones claramente deficitarias. Es muy interesante verificar, al respecto, lo sucedido con el término "psicoanálisis". Fue incorporado al DRAEen la 17a edición, de 1947, con la siguiente definición:
1. Método de exploración o tratamiento de ciertas enfermedades nerviosas o mentales, puesto en práctica por el médico vienés S. Freud. 2. Doctrina que sirve de base a este tratamiento, en la que se concede importancia decisiva a la permanencia en lo subconsciente de los impulsos instintivos reprimidos por la conciencia, y en los cuales se ha pretendido ver una explicación de los sueños.
La 2a acepción sigue intacta hasta el día de hoy. La 1a sufrió sucesivos cambios. En la 21a edición del diccionario, de 1992, rezaba:
1. Método creado por Freud para investigar y curar las enfermedades mentales mediante el análisis de los conflictos inconscientes originados en la niñez.
En la última edición, la 22a, sólo se introdujeron dos pequeños cambios formales, aunque necesarios desde un punto de vista histórico y lexicográfico:
1. Método creado por Sigmund Freud, médico austríaco, para investigar y curar ... [sigue igual].
En el caso de "psicoanálisis", se subsanaron algunas deficiencias de la definición original, pero no ha ocurrido lo mismo con otros términospsicoanalíticos, psicológicos o psiquiátricos; y las omisiones de términos importantes son numerosas. Esto es lo que ha venido a poner de manifiesto un artículo de la revista virtual Panace@.
El proyecto difundido en Panace@
Panace@ se autodefine como una revista española de medicina, lenguaje y traducción. Se publica con periodicidad variable, semestral o trimestral, desde el año 2000, únicamente en línea, y goza de mucho prestigio entre los traductores científicos. Actualmente se difunde a través del sitio web de Tremédica, Inc.5, y es la publicación oficial de la Asociación Internacional de Traductores y Redactores de Medicina y Ciencias Afines, creada en el año 2005. Comenzó siendo exclusivamente una revista de medicina pero poco a poco se amplió a otros campos.
Por ejemplo, en su último número, el 33, de junio de 2011, incluye un interesantísimo recorrido por el uso de la palabra "orgasmo" desde los griegos y a lo largo de la historia, a cargo de Francisco Cortés; un utilísimo artículo de José Antonio de la Riva sobre recursos del programa Microsoft Word poco empleados y de gran provecho para todos los que escriben, traducen o revisan documentos; un sentido homenaje de Pollux Hernúñez a Valentín García Yebra, el políglota académico, teórico, traductor y maestro de traductores español fallecido el año pasado, que no fue precisamente un traductor de textos médicos.
Lo que aquí nos interesa es el artículo de un traductor médico español, Juan M. Martín Arias, titulado "Revisión de los términos del léxico psiquiátrico de la 22a edición del diccionario de la Real Academia Española y propuesta de nuevos lemas". (Recordemos que la 22a edición del DRAEfue publicada en 2001 y ha sido actualizada en Internet hasta junio de 2007). La idea de esta revisión le perteneció originalmente al español Carlos Castilla del Pino, afamado neuropsiquiatra y académico de la lengua desde 2003, autor de una muy conocida Introducción a la psiquiatría (1978-79). El fallecimiento de Castilla del Pino el 15 de mayo de 2009 truncó este proyecto, en el que había depositado grandes expectativas, y que fue retomado por Martín Arias.El único inconveniente es que en este número de Panace@ se han incluido sólo los términos que comienzan con las letras "A" a "C", y es de presumir que la publicación de la lista completa llevará todavía un largo tiempo. Sin embargo, para los propósitos de la presente nota, este múltiple botón basta como muestra.
De entrada, Martín Arias afirma sin empacho lo siguiente:
Hemos revisado los términos del léxico psiquiátrico que figuran en la vigésima segunda edición del diccionario de la Real Academia Española (DRAE) y hemos llegado a la conclusión de que gran parte de los lemas deben ser actualizados. Efectivamente, se observan por doquier definiciones imprecisas, inexactas y, sobre todo, obsoletas6.
Su objetivo al proponerse esta ambiciosa tarea se guió por los tres criterios siguientes:
1) términos que son importantes en el léxico de la psico(pato)logía y de la psiquiatría clínica; 2) términos que no son del todo ajenos a las personas cultas de hoy en día que se interesan por todo lo relacionado con la salud –también con la salud mental– y acuden al DRAE no tanto para conocer el significado de un término como para aclarar dudas ("¿esquizofrénico" o "esquizoide"?, ¿"maníaco" o "maniático"?, ¿"maníaco" con o sin tilde en la "i"?, "¿compulsivo" o "impulsivo"?, ¿"drogadicto" o "toxicómano"?, ¿"delirium" o "delirio"?, etc.), y 3) términos que consideramos mal definidos en elDRAE o que están ausentes de él, a pesar de su relevancia.7
Claro que para la mayoría de los psicoanalistas, muchas de las dudas que pueden planteársele a una "persona culta de hoy en día" son inexistentes: nadie debe explicarles la diferencia entre "esquizofrénico" o "esquizoide", entre "maníaco" o "maniático", o entre "compulsivo" e "impulsivo". Convengamos, no obstante, en que tener bien definidos esos términos en un diccionario autorizado puede despejar muchas dudas y evitar debates estériles.
En lo que sigue, he seleccionado ciertos términos vinculados con el psicoanálisis teórico o práctico para mostrar las posibles falencias del DRAE y una manera de resolverlas –la que propone Martín Arias– que, a mi entender, es siempre o casi siempre prudente, sensata y clara. (Naturalmente, sería óptimo que los psicoanalistas hispanohablantes pudieran opinar sobre estas definiciones y proponer mejoras, si fueren necesarias). Posteriormente, me ocuparé de las importantes lagunas del DRAE en materia de salud mental que este aporte de Martín Arias permite consignar, al menos entre las letras "A" y "C".
 Definiciones imprecisas, inexactas u obsoletas
En todos estos casos, el artículo de Martín Arias consigna: 1) La entrada completa del DRAE; 2) la entrada por la cual se sugiere reemplazarla, y 3) un comentario, a veces bastante extenso, sobre los motivos del cambio. Aquí nos abstendremos de reproducir los comentarios, por razones de espacio, y sólo mostraremos a dos columnas, para algunos términos, la entrada actual y la propuesta, de modo que sus diferencias sean más fácilmente visibles. La lista completa de las palabras cuya definición en el DRAE se cuestiona es la siguiente:
abstinencia, síndrome de – abulia – adicción –adicto, ta8 – afasia – afecto – agitación – agorafobia – agrafia – ágrafo, fa – alexia –alucinación – alucinante – alucinógeno – amaxofobia – amimia – amnesia – analéptico, ca –angustia – anorexia – anosognosia – ansiedad –ansiolítico, ca – antidepresivo, va – antisocial – apraxia – autismo – autista – bipolar – bradilalia – bulimia – bulímico, ca – catalepsia – catatonía – celotipia – ciclotimia – ciclotímico, ca – cleptomanía – cognitivo, va – compulsivo –conductismo – coprolalia – crepuscular
Son 43 términos. He destacado en negrita algunos muy comunes en psicoanálisis, para los cuales daré ahora la definición del DRAE y la nueva definición propuesta por Martín Arias:
adicción:
Definición del DRAE, 22a ed.
1. f. Hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas o por la afición desmedida a ciertos juegos. 2. f. desus. Asignación, entrega, adhesión.
Nueva definición propuesta
1. f. Med. En psiquiatría, consumo compulsivo de una droga o de ciertos medicamentos de los que se tiene dependencia, o tendencia irrefrenable a realizar ciertas conductas de forma reiterada, tales como las compras, los juegos de azar o el trabajo, a pesar de que el enfermo es consciente del perjuicio que le depara.
2. Dicho en sentido figurado, afición a cierta cosa que se practica o se consume con mucha pasión: "Juan tiene adicción a las motos".

adicto, ta:
Definición del DRAE, 22a ed.
3. adj. Dicho de una persona: Que está dominada por el uso de alguna droga o por la afición desmedida a ciertos juegos.
Nueva definición propuesta
3. adj. Med. Dicho de una persona, que consume de forma compulsiva una droga o ciertos medicamentos de los que tiene dependencia, o que muestra una tendencia irrefrenable a realizar ciertas conductas de forma reiterada y excesiva, como las compras, los juegos de azar o el trabajo, a pesar de ser consciente del perjuicio que le depara.
4. adj. Dicho en sentido figurado, que tiene afición a cierta cosa que practica o consume con mucha pasión: "Cuando era pequeño, era adicto a los caramelos de leche".

afecto:
Definición del DRAE, 22a ed.
1. m. Cada una de las pasiones del ánimo, como la ira, el amor, el odio, etc., y especialmente el amor o el cariño.
Nueva definición propuesta
1. m. Psicol. Sentimiento que nos provocan los objetos de nuestro mundo interior o exterior, tales como las personas, las cosas y las ideas, ya sea de carácter positivo, como el amor y el interés, o de carácter negativo, como el odio, la envidia o el desinterés.
2. m. Aprecio, cariño o estima que sentimos por determinadas personas.

alucinación:
Definición del DRAE, 22a ed.
1. f. Acción de alucinar o alucinarse. 2.f. Sensación subjetiva que no va precedida de impresión en los sentidos.

Nueva definición propuesta
1. f. Efecto de alucinar.
2. f. Med. En psiquiatría, percepción de un objeto inexistente o que no está presente en el campo perceptivo, que el sujeto puede o no considerar real o que percibe claramente a pesar de no creer en su presencia.
[Se propone, además, agregar cuatro frases complejas, como alucinación cenestésica, háptica, etc.]

angustia:
Definición del DRAE, 22a ed.
2. f. Temor opresivo sin causa precisa.
4. f. Sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal.
Nueva definición propuesta
[Se sugiere unificar esas dos acepciones en ésta:]
2. f. Med. En psiquiatría, aprensión o miedo intenso sin causa aparente, acompañado generalmente de sensación de muerte inminente o de pérdida del control y de síntomas vegetativos, tales como dificultad para respirar, palpitaciones, opresión en el tórax, sequedad de boca y sudoración.
crisis de ~: Aparición súbita e inesperada de la angustia.
ataque de ~: Es sinónimo de crisis de angustia.

ansiedad:
Definición del DRAE, 22a ed.
2. f. Med. Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos.
Nueva definición propuesta
2. f. Med. En psiquiatría, estado desagradable de miedo, aprensión, preocupación o desasosiego excesivos que impide al enfermo relajarse; es de menor intensidad que la angustia y, al contrario que esta, no cursa de forma paroxística con crisis o ataques y puede ser de carácter crónico; suele acompañarse de síntomas vegetativos similares a los de la angustia, aunque menos intensos.
trastorno de ~: En psiquiatría, cualquier trastorno mental, tal como lasfobias y el trastorno obsesivo-compulsivo, en el cual el síntoma principal es la ansiedad.

compulsivo:
Definición del DRAE, 22a ed.
3. adj. Psicol Que tiene impulsos irresistibles.
Nueva definición propuesta
3. adj. Med. En psiquiatría, perteneciente o relativo a la compulsión.
4. adj. Med. Dicho de una persona: que padece compulsiones.

[Ver la nueva acepción (la 3a) propuesta para "compulsión",
coprolalia:
Definición del DRAE, 22a ed.
1. f. Tendencia patológica a proferir obscenidades.
Nueva definición propuesta
1. f. Med. En psiquiatría, compulsión a proferir expresiones groseras u obscenas; puede ser una tendencia de carácter obsesivo, un tic o un componente de algunos delirios agudos o crónicos.

Omisiones
La lista de omisiones correspondientes a las letras "A" a "C" comprende 45 términos. La indicación "2a" significa que la palabra figura en el DRAE con una 1a acepción que los autores consideran correcta, pero agregan una 2a acepción. Algo similar ocurre con las indicaciones "3a" y "4a".
abreacción – acalculia – acatafasia – acatisia – acinético – acting out – adinamia (2a) – agorafóbico, ca – ailurofobia – alexitimia – algofobia – aloerotismo – alogia – alucinado (3a y 4a) – alucinosis – alucinósico, ca – anancasmo – anancástico, ca – anhedonia – ansiógeno, na – ansiólisis – antipsicótico – aritmomanía – asíndesis – ataráctico, ca – ataráxico – autoerotismo –bradicinesia – bradipsiquia – carebaria – cataplejía – catatónico, ca (2a) – catectizar – catectización – catexia – celotípico, ca – clivaje – cognitivismo –cognitivista – compulsión (3a) – compulsivo (4a) –condensación (2a) – confusional – conversión (4a) – coprofilia
En este caso, nos limitaremos a dar seis ejemplos de términos sumamente corrientes en psicoanálisis (y muchos de ellos también en la lengua corriente del periodismo, el ensayo, etc.) que hasta ahora no habían tenido acogida en el DRAE. Son los destacados en negrita en la lista anterior. Para todos ellos, damos abajo la definición propuesta por Martín Arias:
 abreacción:
1. f. Psicol. En psicoanálisis, proceso mediante el cual el material reprimido, especialmente los conflictos y experiencias dolorosas, vuelven a la conciencia. En este proceso, el sujeto no se limita a recordar: además, revive el material reprimido, y esto se acompaña de la respuesta emocional y afectiva apropiada.
 alucinado,da:
3. adj. Med. En psiquiatría, enfermo que sufre alucinaciones.
4. adj. Med. En psiquiatría, dícese de la persona, animal, cosa o situación que es objeto de una alucinación.
 autoerotismo:
1. m. Psicol. Actividad sexual en la que la excitación y el placer se obtienen del propio cuerpo, sin la participación de otras personas.
 cognitivismo:
1. m. Psicol. Teoría psicológica que postula que la conducta humana depende fundamentalmente de los pensamientos del sujeto, y no del instinto, de la necesidad o de la pulsión.
 compulsión:
3. f. Med. En psiquiatría, tendencia irreprimible a repetir una acción a pesar de los esfuerzos del enfermo en sentido contrario.
 condensación:
2. f. Psicol. En psicoanálisis, proceso psíquico que interviene en la actividad onírica y en la formación de síntomas, en el cual una misma representación mental corresponde a varias personas, cosas o situaciones.
 Impresiones de un traductor
No son conclusiones las que puede extraer un lego, ya que ellas corresponden a los profesionales de la salud mental que deben utilizar estos términos; pero quizá tengan cabida algunas impresiones de un lector y traductor bastante ligado a este campo.
Contar con una obra como el Diccionario de la lengua española, avalada por las veintidós Academias de nuestra lengua, puede ser una ventaja enorme en un mundo que, como el hispanohablante, está fragmentado en gran cantidad de países y de maneras de hablar y escribir esa lengua común. Sin embargo, para que esa obra sea respetada por el conjunto de sus usuarios y goce de verdaderaautoridad (sin autoritarismo), es preciso que, por un lado, los especialistas en los distintos campos que vuelcan sus aguas en el caudal común estén atentos a la precisión, claridad y exhaustividad de sus entradas y acepciones, y verifiquen que el ritmo acelerado de incorporación de nuevos vocablos no la deje atrás. Por otro lado, será preciso que las propias Academias acojan y acepten las críticas y sugerencias que se hacen a la obra e instituyan mecanismos eficaces para evaluarlas y tramitarlas.

El presente artículo, basado en un proyecto en curso, sólo ha pretendido llamar la atención de los profesionales de la salud mental sobre las virtudes y defectos de este instrumento lingüístico que, ya sea como meros lectores o como autores o revisores, es para ellos una obra de consulta indispensable.