martes, 10 de diciembre de 2013

La traducción a mata caballo

Por Julia Sevilla Muñoz y Marina García Yelo

Enfrentarse a la traducción siempre supone un gran reto, no sólo por la dificultad que conlleva el hecho de trasladar a otra lengua la realidad expresada por una lengua, sino también por la celeridad con la que muchas veces los traductores deben entregar sus trabajos, sin apenas tiempo para realizar una revisión; si bien, en algunos casos, como la traducción de los teletipos, nos queda la duda de si realmente se ha contado con un traductor o si ha sido el propio periodista u otra persona quien los ha traducido; reflexión que se desprende de la lectura de una breve noticia publicada hace unos años, cuyo titular reza: «Tiendas ‘sin hogar’ en París».
Se trata de un titular nada aclaratorio para el lector si no recurre al texto de la noticia y a la fotografía que lo acompaña; la foto muestra unas tiendas de campaña situadas en lo que parece ser la orilla de un río. El texto es el siguiente: «Tiendas de campaña instaladas ayer por la organización benéfica Les enfants de Don Quichotte junto al canal Saint Martin, en París. La ONG ha propuesto a los ciudadanos que pasen una noche en una de estas tiendas para entender cómo viven los clochard». Ciertamente, resulta difícil para un lector español entender bien la noticia.
El empleo de «sin hogar» puede ser una traducción literal del vocablo ingléshomeless que, sin embargo, corresponde en español a «sin techo». Quizá resulta extraño el titular «Tiendas ‘sin techo’ en París», por lo que convendría traducir por «Tiendas por hogar en París».
En cuanto al nombre de la organización benéfica, está presentado en francés y sin la correspondiente traducción. Estimamos que una opción traductológica válida habría sido escribirla en letra cursiva y acompañada de su traducción (Los niños de don Quijote). Así, se mantendría el nombre original de la organización, al tiempo que se añade una información adicional para los lectores que desconocen la lengua francesa. A continuación, observamos una falta de coherencia traductológica, pues se da diferente trato a dos topónimos: «Saint Martin y «París»; por un lado, se presenta el primero en la lengua original pero sin respetar la grafía, ya que en francés lleva guión «Saint-Martin»; por otro, «París» aparece traducido. Ya que ambos topónimos poseen traducción en español, se podía perfectamente haber aludido al canal de San Martín y evitar así el desequilibrio existente en el texto.
El texto se cierra con un vocablo en francés y en cursiva, clochard; este sustantivo se encuentra en singular y precedido por un artículo en plural. La ausencia de traducción unida a la falta de concordancia gramatical hace incomprensible la lectura para quien desconoce la lengua francesa. Según el diccionario Trésor de la Langue Françaiseclochard es el «hombre o mujer sin domicilio fijo que lleva un vida de ociosidad y mendicidad y que rechaza las obligaciones sociales». Por otra parte, el diccionario bilingüe de Larousse lo traduce por «mendigo», «vagabundo». Si bien todavía se utiliza la palabra «mendigo», cada vez se utiliza más el apelativo de «sin techo» (los «sin techo» en lugar de los «mendigos») para aludir a quien vive en la calle, lo que enlaza con el titular.
La incoherencia del texto presentado al lector español, la carencia de método traductológico, las interferencias con otras lenguas extranjeras, llevan a pensar que estamos ante una traducción hecha a mata caballo, de forma tan apresurada que no nos atreveríamos siquiera a llamarla traducción.

jueves, 5 de diciembre de 2013

José Luis Moure (AAL) no cree que el español corra peligro

Este año con la profesora de Estilística Alejandra Atadía tuvimos la oportunidad de viajar a Bs. As a conocer la Biblioteca Nacional Argentina, el SECRIT (Seminario de Edición y Crítica Textual "Germán Orduna") y a la Academia Argentina de Letras.
 Muchos de nosotros no conocíamos esta última institución así que la propuesta del viaje nos pareció fantástica. Viajamos con la idea de entrevistar a algunos académicos pertenecientes a la AAL y fue una experiencia increíble. Entrevistamos al Presidente José Luis Moure, al traductor Costa Picazo, al escritor Rodolfo Modern y a la escritora Noemí Ulla. 
Las entrevistas fueron totalmente enriquecedoras, los académicos nos dedicaron su tiempo con alegría y sobre todo con mucha atención. Se mostraron muy predispuestos a responder todas nuestras preguntas y estaban felices de poder compartir sus experiencias con nosotros. Recorrimos la sede, un lugar impresionante donde puede verse mucha de la historia literaria argentina y su Biblioteca Jorge Luis Borges que es un paraíso. 
Por eso me pareció importante compartir esta nota con ustedes. Quizá ustedes tampoco conozcan esta institución como nos pasó a nosotros a principio de año pero es de mucho valor que sepamos que en nuestro país existe una Academia preocupada por la lengua y dedicada a estudiarla y a luchar por la variedad dialectal y cultural. 
En este caso les dejo una entrevista realizada al Presidente Moure, persona que admiro profundamente y respeto por el increíble caudal de conocimientos que posee. Fue un honor haber tenido la posibilidad de conocerlo personalmente al igual que a todos los académicos. 


El nuevo presidente de la Academia Argentina de Letras (AAL), José Luis Moure, es un filólogo argentino que desarrolló su carrera docente superior en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde obtuvo su doctorado. Las áreas a las que ha consagrado sus mayores esfuerzos han sido la Dialectología Latinoamericana y la Historia de la Lengua, de la cual es profesor titular. En el portal de la UBA pudimos saber que es autor de numerosos artículos de su especialidad. Editó la Verdadera relación de la conquista del Perú y provincia del Cuzco de Francisco de Jerez. Es coautor del estudio introductorio de la edición de la Crónica del Rey Don Pedro de Castilla realizada por Germán Orduna, de cuya versión abreviada prepara la edición crítica, así como la Crónica de Enrique III (en colaboración con Jorge Ferro). Es autor del estudio introductorio, edición crítica y anotación de El detall de la acción de Maipú, sainete en lengua gauchesca de autor anónimo de 1818, publicado por la Biblioteca Nacional de la Argentina. 

La Academia Argentina de Letras (AAL)es una institución que nació en 1931 “asociada” a la Real Academia Española, pero que a fines del siglo pasado cambió su estatus a “correspondiente”. José Luis Moure, –de él se trata– no pierde las formas pero tampoco es amigo de la corrección política. “El carácter de correspondiente parecería colocar a la academia (argentina) en situación de mayor dependencia de la que tenía. Explícitamente nadie admite tal cosa, pero entonces ¿por qué se cambió la calificación? No tengo una respuesta clara para eso”, asegura en su despacho de la calle Bustamante, en la sede de la AAL

¿Son asimétricas la RAE y el resto de las academias americanas?
En la corporación española ha habido un cambio en el sentido de admitir públicamente que todas las academias americanas de la lengua están con ella en un plano de igualdad. Objetivamente, me parece que los hechos no son así. La circunstancia histórica de que la Real Academia Española tenga trescientos años explica algo de esto. 

—Usted ha manifestado dificultad para incorporar argentinismos al diccionario de la RAE
—Se incorporan muy pocos y no encuentro razones para que no se incorporen todos, con la debida indicación del registro y el alcance a que corresponden. Si estamos hablando de un diccionario total empleado por la veintena de naciones que hablamos ese idioma, todo debería estar allí. Eso llevaría a un diccionario de proporciones gigantescas, porque lo mismo que uno puede pedir para la Argentina, lo podría reclamar cualquiera de los otros países, con lo cual construiríamos un diccionario que por su volumen resultaría casi inmanejable. Pero honestamente, me parece una inconsecuencia que la RAE seleccione nuestro vocabulario e incluya en el Diccionario regionalismos peninsulares minúsculos y deje fuera términos empleados por millones de hablantes. Se trata de una discriminación que no está claramente explicada. 

—En lo personal, ¿qué fantasmas lo preocupan con respecto al idioma?
—Absolutamente ninguno. Si un organismo vivo (como es la lengua), de acuerdo a lo que dice el propio Instituto Cervantes, está llegando a los quinientos millones de hablantes nativos ¿de qué temor estamos hablando? Se habla también de la defensa del idioma, lo que me parece una contradicción difícilmente zanjable. ¿Cómo se puede hablar de la defensa de un idioma que tiene quinientos millones de hablantes? Yo nunca he oído ese tipo de alarmas referido a un idioma como el inglés, que se habla en todo el mundo, en todas las variedades y registro, y que no tiene ninguna academia ni centro rector; y nunca he oído hablar de que corra peligro. Yo creo que ese sí es un fantasma inducido, con el propósito de que se puedan llevar adelante ciertos planes de unificación del idioma, que considero absolutamente ajenos a la lingüística. 

—Esa es la política panhispánica: ¿a usted no le parece practicable? 
—No soy enemigo del panhispanismo, simplemente creo que es una campaña que no va a ninguna parte. Tengo la impresión de que se va a ir debilitando, porque no tiene qué cosa construir. Los hablantes en nuestros países van a seguir hablando sus modalidades y en la medida en que sean conscientes y deseen pertenecer a un mundo cultural común, lo que llamamos mundo hispanoamericano, la lengua va a tener la unidad que tuvo siempre. Cualquiera de nosotros tiene idea de que está hablando castellano, no lo pone en duda. Si hubiese algún peligro, se hablaría de esto hasta con un cierto temor. 



Les dejo unas fotos sacadas por mi camara personal el dia del viaje en la sede de la AAL

Roldofo Modern y el Dr. J. Luis Moure
Sala en donde re reúnen habitualmente los académicos a tomar el té.
Biblioteca Jorge Luis Borges

Costa Picazo y Noemí Ulla
Despacho del Dr. Moure


miércoles, 4 de diciembre de 2013

Distopía ¿Fin de un género?

Buen día a todos. Hoy comparto una nota de la Revista Ñ de Clarín, que asegura que el fin de la literatura distópica está cerca. Por mi parte espero que esto no sea así, si bien pasan muchísimas cosas en el mundo hoy en día no creo que ya no necesitemos esos libros porque estamos viviendo esa "realidad" actualmente. Me parece que lejos estamos de una sociedad así, totalitaria, atemorizada, de la no libertad. 
Este año cursando la materia Literatura Inglesa y Americana tuve la oportunidad de leer (entre otros tantos) 1984 y me pareció un libro INCREÍBLE. Al leerlo realmente pude tratar de comprender lo que se vivió en algún momento en aquellos estados totalitarios conocidos por la humanidad y me hizo dar cuenta de lo diferente que estamos hoy gracias a Dios. Por ahí si uno se encuentra en un momento pesimista, o decaído leer un libro así te hace ver el vaso medio lleno y valorar un poco mas las cosas. Este verano mi próximo objetivo es leer Fahrenheit 451 deRay Bradubury.
¿Ustedes que piensan? ¿Les gustaría que este género siguiera vigente? 

Expertos de la industria editorial de los Estados Unidos están pronosticando el fin del boom de novelas distópicas en el rubro de lectores de jóvenes adultos. Aunque acá no pegó tan fuerte este género, en el mercado editorial estadounidense la distopía reemplazó la moda de la literatura vampiresca. El éxito de Los juegos del hambre , cuyo primer volumen se publicó en 2008, disparó una tendencia de novelas que describen mundos devastados por degradación en el medio ambiente, avances en la bioingeniería o gobiernos totalitarios que controlan su población con sofisticadas tecnologías de vigilancia. Pero el agente literario Barry Goldblatt le dijo al diario Christian Science Monitor recientemente (en una nota titulada ¿Después de distopía, que viene?): “La distopía está básicamente muerta.” La liviandad de esta declaración me deja helado. Una de las funciones de la literatura distópica es funcionar como una pesadilla colectiva y una advertencia sobre los peligros de no frenar comportamientos que nos pueden llevar a un mundo muchísimo más atroz que el que estamos viviendo ahora. Clásicos del género como1984 , Un mundo feliz , Fahrenheit 451 , La naranja mecánica , El cuento de la criada o La carretera , nos dicen que si no tenemos cuidado, si no vigilamos el abuso del poder, éste puede ser el mundo que estamos construyendo ahora, sin darnos cuenta.
Parece insólito que una expresión literaria tan rica e importante pueda ser considerada como una mercancía con fecha de vencimiento.
Otra función de la literatura distópica es la de profetizar. Si es verdad que el género se ha agotado, tal vez sea porque la realidad del mundo ya supera cualquier pesadilla que pueda imaginar un novelista. Tal vez haga falta, entonces, escribir una novela distópica no en clave de ciencia ficción, sino dentro del género del realismo social. De los títulos publicados en el último mes se podría construir la base para un relato que superase cualquier novela apocalíptica de género. Veamos algunas : un informe de las Naciones Unidas advierte que la agricultura global está al borde de una crisis que podría provocar caos social mundial; científicos contemplan si la existencia humana en realidad es parte de una simulación de una computadora; un neurocientífico afirma que Internet puede estar consciente, como un cerebro; un científico de computación crea una “internet” alternativa en anticipación de una catástrofe global; una nueva rama del periodismo –Drone Journalism, en inglés– contempla el uso de aviones no piloteados como fuentes de investigación; Google patentó un tatuaje para el cuello que detecta si su usuario está mintiendo o diciendo la verdad; autores estadounidenses se están autocensurando por el miedo a ser vigilados por el gobierno; se especula que en el futuro cercano los robots tendrán derecho a votar; mientras que miles de personas morirían al aire libre, desamparados, por un tifón; una persona en Manhattanpagaría 142,4 millones de dólares por un tríptico de Francis Bacon.
Hace 30 años estos títulos hubieran parecido datos de una novela de ciencia ficción, una novela distópica. Hoy son nuestro mundo.